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Aunque sí los había oído de nombre cuando empezaron, nunca había escuchado las canciones de “Maldita Nerea”. Sin embargo, cuando ya llevaban un recorrido, comencé a regalarle a mi mujer algunos de sus discos y, por ende, fui escuchando su música (escuchar, que no oír, que la música que no se escucha, no se entiende).
Total, que yo tenía ya definidas mis categorías de música española de estos tiempos. En mi infinita sabiduría pensaba: o pop ñoño o rasgavenas cansinos. Sin embargo, el efecto que tuvieron fue bastante diferente del que esperaba. No es que me trague sus discos del derecho y del revés, pero sí que me complace decir que me he compuesto un corpus de canciones de entre todas las que han creado (un núcleo duro), que oigo con gusto y que me resultan de lo más atrayentes. Para qué mentir: son canciones que me encantan. Lo cierto es que sus letras desenfadadas y sin complejos, llenas de originalidad e imágenes, desde mi punto de vista evocadoras, —con una muy bien dirigida fuerza lírica—, emanan una frescura peculiar y, para mí, muy atractiva. Sus ritmos y melodías son sencillos y sinceros, aunque tan coherentemente construidos como para trasladarlos a una orquesta sinfónica (de ahí su disco en directo “Maldita sinfónica”).
En conclusión, que todo es una entrada en alabanza de “Maldita Nerea”, diréis. Pues no (no solo, vaya). En realidad quería poner el foco en la letra de una de sus canciones, una composición que, sin complejos, como siempre hace el grupo murciano, muestra una visión de la vida alegre e ilusionante. Son estos cuatro versos:
Y no te engañes, hay que ser sincero.Para soñar hay que empezar de cero.
La suerte ayuda a los que quieren volar
Mas allá del mar, mas allá del miedo.
Y es que, sin ser un movimiento tremendamente espectacular o arriesgado, estos días he dado un paso que hasta ahora no había dado nunca, y es poner en público una obra literaria creada por mí (miento: en el instituto lo hice también, pues me presenté a un concurso de poesía). Mientras estaba dando los últimos retoques al trabajo de edición y comprobaba la subida y publicación del relato, pensaba en estos versos. Y es que sí, puede no ser algo heroico determinante para el devenir de tu vida, pero es cierto que, pero hay ciertos pasos en la vida que “siempre piden más”, como más o menos dice la canción en otro de sus versos.
Puede no ser gran cosa, pero a veces uno se atora en estas pequeños escollos y lo cierto es que no vale la pena. La suerte ayuda a los que dan un paso más, sea este menor o mayor. El caso es darlo, pues sin ese paso más no habrá manera. Ray Bradbury, uno de mis autores de cabecera, venía a decir por medio de sus artículos sobre la escritura que si quieres escribir, eso es lo que has de hacer. Ponte a escribir. Así que, siguiendo los consejos de un tío de Murcia y otro de Illinois, terminé este relato llamado "El nombre exacto de las cosas" y ahí que lo colgué sin pudor. ¡A la piscina! Tal vez nadie te vea saltar, pero tu salto es tuyo.
Y lo que es peor: este es una de tres novelas cortas en preparación de la colección "Los cuentos de la vigilia". Además de una colección de cuentos y un par de cosas más... ¡Vete a saber! Yo me lo paso muy bien y puede que a alguien le guste. Por mi parte, dejo aquí el enlace y en las inmortales palabras de Bécquer, diré: “sea de ello lo que sea, ahí va, como el caballo de copas”.
(La versión física llegará en breve)
PD: gracias a ese héroe o heroína que desde el anonimato ha comprado la primera copia. 🥲
